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Noviembre 2012

La tecnología como apoyo del deber cívico

 
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Antonio Castilla, Aecnder Consultores

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Cristián Garrido,
Socio Líder Technology Consulting

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Coronel Pereira #72 · Piso 11
Las Condes · Santiago · Chile
Teléfono: + (56-2) 2912 0021
E-mail: cristian.garrido@acender.cl

Las recientes elecciones municipales nos mostraron algunos temas que son de interés general y que deben ser abordados como lo que son, desafíos que el país requiere superar para ir cambiando dramáticamente la manera en que son conducidos estos procesos electorales y en línea con los deseos generales de llegar a ser un país desarrollado.

Por una parte, el nivel de abstención de votantes creo que nadie se lo esperaba en las cifras que existió, tampoco las diferencias entre el número de votantes por localidad cuando éste superaba la población registrada y, por otro lado, en estos tiempos donde la tecnología predomina en diferentes ámbitos del quehacer ciudadano, si bien logramos tener cómputos parciales relativamente oportunos y, por ende, disponibilidad de datos tabulados y escrutados con la información para los ciudadanos, lo que deja mucho que desear radica principalmente en la manera en que se están generando las “fuentes de estos datos”.

Cualquier esfuerzo para hacer que la asistencia electoral sea más efectiva y el proceso de votación más ordenado y transparente debe abordar aspectos referentes al creciente uso de la tecnología. Esto ya ha ocurrido en la forma en que se llevan a cabo los procesos electorales de países desarrollados y debe aceptarse que este proceso de modernización es necesario en nuestro país para que vaya teniendo un impacto paulatino en la percepción de los ciudadanos.

En esta oportunidad, con las facilidades que otorga la tecnología existente, desde el mismo Servicio Electoral, a través de su página web con resultados en línea, como de los diferentes medios de comunicación para captar las reacciones y opiniones de los votantes a través de las redes sociales, el proceso en sí demostraba ser bastante “moderno”, por lo que, ya no debiera cuestionarse si la tecnología es admisible o no en estos procesos, sino que cual es la más apropiada para nuestro país dadas nuestras condiciones de infraestructura y sistema electoral.

Las adecuaciones tecnológicas o modernización de los organismos involucrados en el proceso no deben ser algo a lo que haya que temer como factor principal de cambio, sino que la manera en que los grupos de interés tanto políticos como económicos sean capaces de trabajar de manera conjunta para llevar a adelante esto y la credibilidad que deben traspasar a los electores para motivarlos a participar de estos procesos.

La tecnología puede dar credibilidad al proceso electoral al mejorar su rapidez, eficiencia y transparencia. Sin embargo, para que sea algo sostenible en el tiempo, es necesario que exista capacitación oportuna, educación cívica al votante, logística adecuada y comunicaciones claras y precisas para que, en conjunto, exista una atención adecuada a las actividades dirigidas a la construcción de confianza en los diversos grupos socio-culturales del país.

Es de esperar que en un futuro no tan lejano existan mejoras sustanciales en las “fuentes de datos” (lugares de votación) para evitar episodios tan lamentables como los que se pudieron apreciar en las pasadas elecciones y que, con la adecuada infraestructura tecnológica, podrían eliminarse radicalmente y mejorar sustancialmente la participación y confianza de los votantes en el proceso mismo y en los resultados finales.

 
 

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